Editorial
Con gran júbilo, este decimosexto número de Intervención se une a las celebraciones por el quincuagésimo aniversario de la conservación-restauración en México, conmemoración que hace referencia a varios acontecimientos fundacionales de esa profesión en nuestro país, entre los principales, la suscripción del convenio que el gobierno mexicano estableció con la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés) para crear “El primer programa académico […] enfocado a la profesionalización de la restauración”, específicamente en el entonces Centro Regional Latinoamericano de Estudios para la Conservación y Restauración del Patrimonio Cultural, mejor conocido como Centro Churubusco.
Al establecimiento legal de la formación profesional de conservadores-restauradores se sucedieron más hitos históricos, que, en conjunto, definieron, a finales de la década de 1960, la formulación de la práctica institucional de la conservación-restauración tanto en México como, extensivamente, en América Latina. Por demás pertinente es que esta página de bienvenida a la edición 16 de la revista resalte las publicaciones periódicas originarias de ese campo del saber, tanto nacionales como internacionales, asunto, paradójicamente, poco conocido: en 1967, el Boletín del INAH dio a la prensa un fascinante artículo, “La restauración de las máscaras de turquesa de Coixtlahuaca y Zaachila, Oaxaca”, que, un año más tarde, se reproduciría en la decimotercera edición del, para esos entonces, ya renombrado Studies in Conservation. De la autoría de Sergio Montero, esta contribución refiere, con una perspectiva avant-garde, no sólo el estudio histórico y material del artefacto en cuestión, con los conocimientos y las tecnologías existentes de la época, sino también, con base en el saber así adquirido, el desarrollo de materiales de intervención basados en aquellos documentados en su uso en época prehispánica, dupla que, en mi opinión, refleja el equilibrio entre tradición e innovación que desde sus orígenes ha privado en la escuela mexicana de conservación-restauración.
De hecho, debe subrayarse que los primeros años de vida de esta práctica en el ámbito institucional testificarían que el acto dual de escribir-publicar se convertiría en evidencias de desarrollo y, desde luego, maduración. Efectivamente: a principios de la década de 1970, el otrora Centro Churubusco obtuvo un primer mimeógrafo que serviría durante decenios para consolidar esfuerzos editoriales paradigmáticos, como el Boletín Informativo Cedocla (del Centro de Documentación del Centro Latinoamericano), los cuadernillos del Seminario Regional Latinoamericano de Conservación y Restauración (Serlacor), la revista Churubusco y otros productos editoriales,cuyo estudio hoy promete perfilar un aspecto escasamente conocido de este medio siglo de historia institucional: sí, ése que, oportunamente, justiprecia la forma en que los conservadores-restauradores definimos la difusión y el intercambio académico y, con base en ello, participamos en la construcción científica y social de nuestros labores y saberes disciplinarios.
Con la convicción de que las publicaciones representan un grado de madurez profesional de la institución que las auspicia, así como un factor de evaluación epistemológica, este editorial presenta a sus lectores los contenidos de la nueva entrega de nuestra revista dentro de unmarco analítico que resalta el trasfondo académico exigido por nuestra celebración.
Este número de Intervención inicia con un ENSAYO, de la autoría de Gustavo Corral Guillé, quien analiza la forma en que, en los años ochenta del siglo pasado, una institución museográfica paradigmática: el Natural History Museum (Londres, Reino Unido), emprendió una sucesión de cambios en sus discursos curatoriales que, suficientemente razonados, conducirían tanto a la exposición de nuevas formas de comprensión científica como a actualizaciones en la política expositiva y la identidad organizacional del museo. Así, con el título “De la historia natural a la biología moderna…”, esta contribución arroja una intrigante pregunta: ¿de qué manera los recursos representativos sirven como instrumento de renovación estructural en las instituciones? Éste es un tema que de forma natural mueve a reflexionar no únicamente acerca de la forma en que las publicaciones reflejan el statu quo de un determinado campo profesional, sino también sobre cómo activamente articulan y formalizan prácticas y políticas organizacionales o disciplinarias.
A esta deliberación de corte académico se agrega otra de encuadre sociopolítico: en “Archivos y procesos creativo-expositivos…”, la agudeza analítica de Eugenia Macías Guzmán invita al lector a examinar ciertos hechos de violencia ocurridos en los últimos 100 años, tanto en México como en otros países, que han conformado parte de la actividad artística de Ioulia Akhmadeeva. Mediante la aplicación de conceptos teóricos desarrollados por la crítica museológica contemporánea, este ENSAYO cuestiona la incidencia social de la representación de la memoria a través de dispositivos creativos, archivísticos y curatoriales. Es de notar que, justamente, en la trama de la reflexión íntima desvelada en entrevistas a visitantes sobre el núcleo curatorial “Muerte y pacifismo” —espacio terminal de la muestra retrospectiva Desde y para la memoria (Morelia, 2015-2016)— surgen trazos del impacto social de la actividad patrimonial, ámbito que vale la pena poner en la mesa en un momento de análisis sobre los efectos de la conservación-restauración en las distintas comunidades que conforman la fábrica social de los siglos XX y actual.
En contraste, la sección de INVESTIGACIÓN de este número de Intervención aborda el efecto tecnológico en el campo patrimonial. Inicialmente, el equipo interdisciplinario de José Luis Punzo Díaz, Alfonso Gastélum-Strozzi, Ingris Peláez Ballestas y Jesús Zarco Navarro estudia el origen, el desarrollo y los resultados de un “Estudio arqueológico no invasivo mediante la reconstrucción virtual tridimensional de ocho urnas cinerarias prehispánicas…”, el cual plantea la aplicación de imagenología para registrar los contenidos de un depósito que, a diferencia de la microexcavación, logra preservar el propio contexto arqueológico. Esta escala dimensional, artefactual, se complementa con una monumental: el artículo “Digitalización tridimensional para la documentación, análisis y conservación de bienes culturales…” explora, por su parte, las ventajas de esta tecnología en el registro y monitoreo en materia de conservación-restauración de bienes escultóricos prehispánicos. Como lo expresan sus autores: Yareli Jáidar Benavides, María Fernanda López Armenta, Celedonio Rodríguez Vidal, Isabel Villaseñor, Ana Jose Ruigómez Correa e Irlanda Stefanie Fragoso Calderas, esta aproximación se agrega a la creciente consolidación del mundo de tecnologías digitales de punta en el campo patrimonial mexicano.
En la sección INFORME se expone un innovador estudio en “Biodeterioro por psocópteros en restauraciones históricas de cerámicas arqueológicas…”: combinando una serie de epistemologías de observación de caso, indagación histórica e investigación científica Ana Igareta, Julieta Pellizzari, Roxana Mariani y Graciela Varela prueban que la conservación-restauración interdisciplinaria reporta beneficios no sólo en términos de acciones de preservación destinadas a la salvaguardia de los bienes culturales hacia el futuro, sino también sobre la propia desarticulación del desarrollo histórico de nuestra disciplina. Es justamente este ejercicio retrospectivo el que permite vislumbrar la importancia que habrán de adquirir las evidencias materiales de nuestras intervenciones como un testimonio de valor propio tanto en la documentación como en el análisis de nuestra historia profesional.
Un coincidente análisis deconstructivo, visto ahora desde el campo antropológico, sitúa el trabajo de Camilo Contreras Delgado sobre la “Construcción del patrimonio”, el cual explora cómo ciertas formas de representación cultural de carácter performático articulan la movilización de la memoria colectiva en localidades mineras de México. Este INFORME nos introduce a la problemática de la preservación tanto de los aspectos materiales como inmateriales del patrimonio, un desafío de cada vez mayor envergadura en un escenario globalizado de profundas transformaciones sociales.
Esta edición de Intervención culmina con dos contribuciones de la sección RESEÑA DE LIBRO. Por un lado, Alfredo Adolfo Ortega Ordaz revisa el contenido del libro colectivo dedicado a la Escultura novohispana en la región de la Mixteca oaxaqueña, con la finalidad de subrayar los beneficios actuales de la investigación e intervención interdisciplinaria en el campo del patrimonio histórico de México. Por otro lado, en alegre coincidencia, publicamos la crónica de la obra de Sergio A. Montero quien —en coautoría con Verónica Chacón Roa y Lourdes González Jiménez— se dedica a la Restauración de los títeres de Rosete Aranda y época de oro del guiñol.En un apropiado desarrollo crítico a tres actos, Alfredo Vega Cárdenas advierte en la labor de la intervención del patrimonio guiñol evidencias concretas del avance del desarrollo cognitivo, discursivo y metodológico del conservador-restaurador, con particular énfasis en el contexto de México.
Será justo este espíritu de ponderación retrospectiva con el que Intervención, en un impulso natural, busca concatenarse con la celebración de los 50 años de la conservación-restauración en México. Es de subrayar que el esfuerzo editorial emprendido ha logrado, en fechas recientes, una significativa contribución histórica, con el primer apoyo del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) a la ENCRyM-INAH, que le da más amplias facultades, con una serie de transformaciones de mejora en su política editorial y optimización de su visibilidad web.
En la esencia de estas renovaciones, subrayamos la convicción de honrar y sostener el equilibrio de la innovación que exige el mundo de las publicaciones científicas contemporáneas con la permanencia de la tradición de escribir y publicar en nuestro campo de saberes, tarea que honrosamente he encabezado desde la fundación de Intervención, esto es, por un periodo de ya nueve años. En estas fechas, no queda más que un agradecimiento a todos aquellos que, como parte del consejo editorial, y en el equipo de trabajo cotidiano, han colaborado para lograr lo que en cierta ocasión se calificó como inalcanzable y hoy representa un logro indiscutible. En especial, ofrezco mi más profunda gratitud a Benigno Casas y Alejandro Olmedo, que se sumaron a mis tareas en el territorio editorial con decisión y profesionalismo: quede de cierto que, en un contexto de transición como el que ahora emprende la revista, permanece, en generosidad de quienes brindaron un aprendizaje y ampliaron los horizontes, el proyecto que, espero, acompañará y servirá de plataforma de crecimiento e intercambio para los profesionales e interesados en el campo patrimonial hispanoamericano durante los siguientes 50 años. Que así sea…
Isabel Medina-González
Editora