Investigación

 

Los estudios de público como herramientas para analizar la relación entre sociedad y patrimonio: el caso del Museo [arqueológico] del Área Fundacional de Mendoza, Argentina

 

Florencia Puebla Antequera

 

Catedrático en la ENCRyM-INAH, México

 

Correspondencia: Florencia Puebla Antequera pueblaflorencia@hotmail.com

 

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Resumen

El presente trabajo trata sobre un estudio de público realizado en el Museo del Área Fundacional de la ciudad de Mendoza (MAF), Argentina, cuyo objeto consistió en indagar cómo los visitantes se relacionaban con el patrimonio histórico-arqueológico expuesto en él. Para ello, se analizaron 2 027 visitantes durante los meses de junio-julio del 2011, que aportaron novedosa información que nos llevó a reflexionar, desde la museología crítica, acerca de la labor del museo tanto en el presente como en el futuro.

Palabras clave: Estudios de público; patrimonio histórico-arqueológico; Museología Crítica

 

Abstract

This paper is about a public survey carried out in the Museo de Área Fundacional (MAF, the Foundation Area Museum) in Mendoza, Argentina. The objective was to ascertain how visitors related to the historical and archaeological heritage exhibited in the museum. This was done by analyzing 2027 visitor surveys during June and July 2011, which provided new information leading us to reflect, in critical museology, on the museum’s present and future work.

Keywords: Visitor surveys; historical and archaeological heritage; Critical Museology

 

El conocimiento del patrimonio cultural, y propiamente el histórico y arqueológico, constituye una de las principales herramientas del proceso mediante el que las sociedades no sólo se identifican con su realidad y pasado sino también se legitiman a través de ese reconocimiento (cfr. Vargas Arenas y Sanoja 1993), ya que ayuda a mantener viva la memoria material e inmaterial de los pueblos y enriquece el contexto sociocultural en el que se encuentran. De ahí la necesidad de que las personas entren en contacto y se vinculen con su patrimonio, así como que se reconozcan en él (Lorenzo 1976). Actualmente, el espacio por excelencia de exhibición del patrimonio cultural es, sin duda, el museo (Londoño 2000:6). Por ende, éste y la arqueología están en íntima conexión, y se necesitan en su mutua labor de difundir y preservar el patrimonio arqueológico (cfr. Bruno Oliveira 1999). Para que un museo que exhibe este tipo de patrimonio desempeñe eficazmente esta tarea, tiene que generar una visión crítica del pasado (Ruiz Zapatero 2002:22) que, sin distinción de realidades socioeconómicas e intelectuales, aporte a la formación de la identidad y a la transformación social de los pueblos (cfr. Barretto 2009; Batallán 1993; Gamboa Fuentes 2000): tal es la función y compromiso social de los museos arqueológicos (cfr. Delfino y Rodríguez 1997; Vázquez Olvera 2008), que, de no concretarse, se convertirán en espacios aislados del contacto e interés de las poblaciones (cfr. Dujovne 1995; Dujovne et al. 2001). En el nexo entre el pasado arqueológico y la sociedad actual, a los museos también se los considera una importante herramienta educativo-reflexiva, ya que establecen, tanto en el tiempo como en el espacio, una constante interacción entre los procesos, productos y prácticas de sociedades pasadas y presentes­ (cfr. Pereyra 2006). Los museos de arqueología transmiten un discurso del pasado que, en forma diferida, es, asimismo, un discurso sobre el presente (Delfino y Rodríguez 1992:4), en el cual la forma de exponer el patrimonio material resulta clave para su interpretación y transformación (Tamanini 1999:2). Por lo anteriormente­ expuesto­, vemos la importancia y necesidad de conocer y analizar la conexión que las personas crean con el patrimonio exhibido en recintos de esta naturaleza. Con base en la idea que hemos seguido hasta aquí, se realizó un estudio de público en el Museo del Área Fundacional de la Ciudad de Mendoza (maf), ubicado al centro-oeste de la República Argentina. Creemos que meditar sobre ello desde una perspectiva crítica nos llevará a reconsiderar nuestra labor museológica y a plantear qué museos queremos tanto hoy como en el futuro.

Concepción y práctica del museo desde la museología crítica

Cuando hablamos de museos arqueológicos lo hacemos desde la mirada de la museología crítica (Lorente Lorente 2006; Navarro 2006a, 2008; Shelton 2011), la cual, en contraposición a la museología tradicional, se fundamenta y posiciona para redefinirse y concebirse a partir de un nuevo papel político-social (cfr. Lorente Lorente 2006, 2007) que supere la función comunicativa y difusionista aportada por la nueva museología (Montero 2007:1). Trabajamos con esta corriente teórica por razón de que sus ideas, aportes y alcances trascienden la mera institución museística, centrándose en la función social que ocupa hoy por hoy. Entendemos los museos como una herramienta de transformación y construcción social (cfr. Jaramillo Ferrer 2007; Navarro 2008) que, mediante la creación de una conciencia colectiva del pasado, incita el desarrollo y bienestar de los pueblos (cfr. Nascimento Junior 2008) con el fin de generar su participación social y política (cfr. Navarro 2006a). Por consiguiente, la museología crítica supone un cambio innovador dentro de los principios que fundamentan y guían a las instituciones museológicas.

Dicha corriente enfatiza, de un lado, un nuevo museo que conozca y reflexione sobre la o las construcciones que las sociedades realizan sobre su pasado (Montero 2007:3) y, del otro, cómo éstas inciden y aportan, desde la teoría del constructivismo, en el fomento al pensamiento crítico (cfr. Navarro y Tsagaraki 2009-2010). En estas construcciones las exhibiciones y el mensaje museológico juegan un papel central, porque unas y otro, con su carga política e ideológica (Pardo 2000), son los medios por los que el patrimonio llega a las personas y es interpretado por ellas. A diferencia de la nueva museología, que discurre que los museos son lugares culturales que el público visita en su tiempo libre con un fin lúdicoeducativo (Declaración de Quebec 1984), para la museología crítica estas instituciones son espacios donde se hacen explícitas las controversias, subjetividades y redefiniciones culturales coexistentes en la actualidad (cfr. Padró 2003). En este proceso, enmarcado en la práctica de la enseñanza no formal (cfr. Flores Crespo 2006), las colecciones (arqueológicas en este caso) entablan un diálogo educativo y dialéctico con las sociedades por medio del que se conforma una comunidad de aprendizaje (Montero 2007:11). La finalidad, entonces, es promover valores que consoliden una ciudadanía más democrática y participativa, sin ningún tipo de distinciones (cfr. Arias Serrano 1990); es decir, que concibamos los museos como instituciones al servicio de la comunidad, donde lo que prima es un interés por conocer a sus visitantes, y las necesidades y demandas de éstos (cfr. García Pastor 2003), objetivos que la nueva museología no ha previsto ni concretado hasta la fecha (cfr. Díaz Balerdi 2002).

Es nuestra percepción que los museos deben manifestar­ con claridad los dilemas de la sociedad contemporánea a través de los ojos de la historia y de la memoria crítica (Navarro 2006b:4), con el fin de activar la participación política de los pueblos, y que crear —tanto dentro como fuera de éstos— espacios en los que las personas puedan generar ideas, emociones y vivencias afectivas, sociabilizadoras y reflexivas que las vinculen significativamente­ con su patrimonio cultural es conveniente para alcanzar dicho propósito. Desde esta perspectiva, el museo se construye con la finalidad de ser un lugar interrelacional, donde el público deja de ser un mero agente pasivo, que solamente contempla y consume, para convertirse en un protagonista activo que participa, crítica y reflexivamente (cfr. Flores Crespo 2006; Lorente Lorente 2006, Valle Flórez 2005). Estos visitantes construyen y establecen prácticas, hábitos y significados (cognitivos y culturales) con los que interpretar el patrimonio cultural y el mensaje que brinda el museo (cfr. Cousillas 1997:2), por lo que visitarlo se estima como una experiencia de disfrute y aprendizaje (Navarro 2006a:3; Navarro y Tsagaraki 2009-2010:5) mediante la cual el conocimiento y la difusión del patrimonio generan y alientan en la sociedad un ejercicio de apropiación y reelaboración de su cultura y, con ello, el surgimiento de una conciencia patrimonial (cfr. Dujovne 1995).

Creemos, no obstante, que para que el público participe dentro del museo es imprescindible que éste tenga­ una visión amplia en lo que se refiere al patrimonio, así como una cabal comprensión de los intereses y necesidades de la comunidad (cfr. Dersdepanian 2000), amplitud que ha de expresarse en políticas concretas que hagan más accesible el conocimiento y disfrute del patrimonio para aquellas personas que estaban excluidas de estas instituciones, además de tomar en cuenta diversas miradas e ideas que las exposiciones museológicas tradicionalmente marginaban. Es decir, lo que se propone es convertir el museo en espacios democráticos, representativos­ y polémicos (cfr. Sarno et al. 2006) donde se vean incluidos diversos puntos de vista y concepciones (Castañeda Alañón 2002:3). Afirmar que los visitantes conciben dicho patrimonio y se relacionan con él de muy diferentes maneras es comprender que dentro de los museos se entablan diálogos heterogéneos entre éste, las exposiciones y las personas. Con ello dejamos de verlos y pensar los como lugares de contemplación y observación pasiva, para saludarlos como lugares complejos y dinámicos en los cuales interactúan el público, las colecciones­ y la museología; dicho de otra manera, los entendemos como espacios donde la gente vive experiencias y sensaciones, y crean recuerdos que establecen y afianzan lazos de pertenencia con su patrimonio e historia. Cuando acudimos a un museo, se produce una actividad socializante en la que se construyen y redefinen nuevas formas de percibir la realidad y el pasado (cfr. Cousillas 1997), por ello creemos que el visitarlo es, esencialmente, un acto social (Lleras Figueroa 2008:28).

A partir de estas ideas, consideramos importante llevar a cabo la propuesta planteada por la museología crítica en América Latina, porque necesitamos afianzar en esta sociedad una práctica democrática, ciudadana e inclusiva de la diversidad sociocultural de la que formamos parte. Es por esto que nos parece imprescindible generar museos que inciten a una actitud participativa y protagónica de los visitantes, donde se promuevan, desde el constructivismo, la subjetividad y el pensamiento crítico, y sociedades más igualitarias, participativas y democráticas (cfr. Lorente Lorente 2006; Navarro y Tsagaraki 2009-2010). Ante este desafío, tenemos que replantear nuestra labor profesional y reflexionar sobre el papel que otorgamos a los visitantes cuando recorren los museos, tarea para la que una herramienta válida e indispensable son los estudios de público. Definimos éstos como un proceso de relación, diálogo y análisis entre todo el conjunto de profesionales que trabajan en un museo (museólogos, curadores, arqueólogos, historiadores, etc.) y las personas que visitan el patrimonio expuesto (Puebla 2013:54). Así, partiendo de estas concepciones, realizamos un estudio de público en el MAF.

El Museo del Área Fundacional (MAF)

El Museo [arqueológico] del Área Fundacional (MAF), inaugurado en 1993, se ubica en la cuarta sección de Mendoza, dentro del casco histórico donde, sobre las ruinas de lo que fue su antiguo cabildo, se erigió la ciudad: un fuerte terremoto destruyó todo este sector urbano en 1861, lo que obligó a que la nueva urbe se trasladara hacia el suroeste, donde tiene su actual emplazamiento. Tras el sismo, el espacio perteneciente al cabildo fue reutilizado por un matadero de animales para consumo doméstico y, posteriormente, desde 1940-1950 hasta la apertura del museo, por un mercado de frutas y verduras (cfr. Bárcena y Schávelzon 1991; Chiavazza 2011).

Excavado por primera vez en 1989 (cfr. Bárcena y Schávelzon 1991), el sitio arqueológico reveló importantes hallazgos, que condujeron a crear el museo de sitio (cfr. Tamiozzo 1997) ( Figura 1).

Hoy por hoy, este museo abre 323 días al año y, de martes a sábados, durante 12 horas corridas: de las 8 de la mañana a las 8 de la noche; los domingos atiende de 12 a 8 y los días feriados, de 11 a 7. El costo de ingreso varía, si también se quiere ingresar en la cámara subterránea, y según el público: el general, los estudiantes y los niños menores de ocho años pagan tarifas diferenciadas, mientras que los jubilados tienen entrada libre; los miércoles el acceso es gratuito indistintamente del tipo de visitante.

La muestra que esta institución presentó en el momento en que se realizó el presente estudio estaba conformada por tres salas de exposiciones permanentes y una de temporales­.

El guión museológico del MAF —hasta ese momento­ en idioma español— estaba basado en la historia de la ciudad de Mendoza, dividida en periodos históricos/arqueológicos­ característicos en la región: indígena, colonial y nueva ciudad (posterremoto). La exposición que actualmente se exhibe, renovada completamente en 2008 1tras la asunción del actual director del MAF, el doctor en arqueología Horacio Chiavazza, contiene dos grandes componentes: por un lado las colecciones, en su mayoría arqueológicas, históricas y etnográficas, y por el otro la exhibición de excavaciones arqueológicas, que incluye la vista de los pisos originales del cabildo de la ciudad.

Por la importancia del museo, así como del patrimonio local y regional que alberga, decidimos realizar ahí el primer estudio sistemático de público.

Estudio de público en el MAF  

Llevado a cabo en el año 2011, el estudio de público en el maf buscó conocer y analizar la forma en que los visitantes se relacionaban con las colecciones en exhibición. Para ello se aplicaron técnicas metodológicas utilizadas en otros trabajos a escala mundial, con adecuaciones propias a las problemáticas del caso en particular.

Clasificación de variables utilizadas en el público

Para estudiar y analizar a los visitantes del MAF, empleamos las siguientes variables: Para estudiar y analizar a los visitantes del MAF, empleamos las siguientes variables: